martes, 12 de noviembre de 2013

La Guerra Civil en Granada

Fue vivida por sus habitantes de forma similar a otras regiones de la España dividida, aunque contó con ciertas características propias que la convierten en un caso particular. Granada, tomada prácticamente por los nacionales desde el mismo momento delAlzamiento Nacional del 17-18 de Julio -el día 20 de ese mes, o sea casi inmediatamente- experimentó durante los primeros meses de guerra una represión durísima, protagonizada por el nuevo Gobierno militar y grupos de conservadores (CEDA), falangistas y guardias civiles, causando devastadores efectos psicológicos sobre la población. Ejemplos de esta represión fueron los famosos paseos, auténticos asesinatos indiscriminados de personas sospechosas de ser rojos (partidarios de la República); y los fusilamientos de izquierdistas por "traidores", tras juicios irregulares o falseados, entre otros, las anteriores autoridades e intelectuales como Ruiz Carnero, o el famoso Federico García Lorca. Pero esto es ya sobradamente conocido por todos, y no es motivo del presente artículo ahondar en esta cuestión, sino en datos quizá menos conocidos sobre el conflicto en Granada, pero sumamente interesantes.
Guerra y represiòn en Granada.
La mayoría de las muertes en Granada durante la Guerra Civil se concentraron durante el primer año del conflicto, desde finales de julio de 1936 hasta junio de 1937. La división territorial en dos zonas (o "dos Españas") se tradujo tempranamente en Granada, como dijimos, desde el 20 de julio de 1936 en la adscripción de la ciudad al bando de los militares golpistas, o nacionales, y, de inmediato, en una brutal represión contra los rojos, rápidamente condenados a diversas penas (ejecución, prisión,...). Hasta aquí, nada diferencia a Granada de otras ciudades españolas del 36. Los métodos con que los sublevados se adueñaron del poder aquí fueron similares a los de otros lugares, aunque cabría destacar empero la inusitada rapidez en la conquista del lugar, algo debido parcialmente a la notable influencia de los católicos y la pequeña pero consolidada presencia de la CEDA y los fascistas de Falange Española. Los falangistas, aunque poco numerosos en principio, vieron crecer sus inscripciones al partido desorbitadamente tras el 21 de julio -aunque muchos granadinos, dadas las circunstancias, se afiliarán por pragmatismo o pura supervivencia-, y facilitaron al Franquismo un eficaz aparato de represión social y "terror". Aquellos rojos que no lograban huir hasta el otro lado del frente de combates, con los suyos, unirse almaquis de las serranías, o sencillamente hacerse el topo (esconderse, adoptar una identidad falsa), eran frecuentemente detectados o delatados, más tarde o más temprano.
Los Bombardeos.
Pero dejando aparte las muertes de rojos mediante los citados paseos y ejecuciones, por extraño que parezca, los ciudadanos de a pie en general -a menudo desinteresados de la política- sólo sintieron en sus carnes los efectos de la guerra a causa de los ataques aéreos. Y esto durante una fracción de tiempo relativamente corta: desde el 29 de julio al 28 de agosto de 1936. El motivo fue que en Granada no se vivieron apenas duros episodios de combates callejeros como en Madrid. El bombardeo republicano más famoso, por sus trágicas consecuencias, fue el del 6 de agosto de 1936, cuando dos aviones republicanos pillaron totalmente desprevenidos a los granadinos –la alarma tocó demasiado tarde, pues los aparatos fueron confundidos al principio con aviones nacionales–, y lanzaron su mortífera carga sobre Maracena, municipio limítrofe con Granada, matando a 8 personas; y ya en la capital, sobre la Fábrica de Tabacos del Realejo, matando a muchos empleados; sobre el Albaicín, hiriendo de gravedad a una mozuela, y por último sobre la Alhambra y el famoso hotel Washington Irving.
Casos curiosos y espeluznantes.
Casos curiosos y espeluznantes La bomba que cayó sobre dicho hotel fue quizá el desastre más sentido por todos, pues causó muchísimas víctimas y desperfectos materiales -aunque afortunadamente leves- en el monumento nazarí. Entre las víctimas destacaría una señora embarazada de gemelos, Doña María Soledad Pérez de Sevilla de Márquez; las mentalidades de los presentes, plagadas de morbo y superstición, crearían pronto la siniestra leyenda de que se podía oír claramente llorar a los gemelos dentro del vientre de su madre fallecida. La leyenda urbana añadiría luego nuevos detalles macabros, como que los gemelos fueron extraídos vivos pero murieron en segundos, siendo inmediatamente bautizados y enterrados con su madre. Aquel bombardeo vino seguido del fusilamiento “ejemplar” -dijo la prensa- de veinte presos republicanos, lo que puede considerarse la primera represalia a gran escala de los nacionales granadinos, a modo de “ojo por ojo” para ver si se mitigaban las ganas del enemigo por repetir la experiencia. Pese a todo, en los días siguientes volvían a caer bombas, de forma si cabe aún más implacable (del 7 al 14 sólo hubo un día de paz, el 13). El bombardeo del 11 de agosto se cebó sobre la calle Hornillo de Cartuja, cobrándose 8 víctimas, todas vecinas excepto un desdichado transeúnte que, casualmente, pasaba por allí. Hubo aquí algunos sucesos que muchos calificarían de "prodigiosos": por ejemplo, el de dos niños residentes del número 14, que salieron ilesos de entre los escombros de su casa derribada; o el de una señora, morosa y supuestamente marxista, que gritó al cobrador del alquiler que "ojalá lanzaran 40 bombas para acabar con todos los caseros”. Aquella señora terminó siendo una de las víctimas, lo que fue aprovechado por el periódico local Idealy la imaginación popular, obsesionada con Dios, para difundir que su muerte había sido un castigo divino. Lo que no se explicaba es por qué Dios tuvo tan mala puntería, pues el bombardeo también aniquiló a otras siete personas inocentes y no marxistas. Este período de bombardeos constantes remitió en Granada a partir del 28 de agosto de 1936, cuando los frentes se estabilizaron o desviaron hacia otras zonas, y los republicanos concentraron sus energías en otros puntos de mayor interés estratégico. No obstante, volvieron a caer bombas una vez más, en junio de 1937, devastando la humilde barriada de San Lázaro, contabilizándose 63 heridos y 8 fallecidos. Al menos a partir de entonces Granada dejó de sufrir nuevos ataques, arrancando su reconstrucción.

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