Jaen


Jaen es la capital de la provincia más olivarera de España se asienta en una llanura ondulada, a los pies del cerro del Santa Catalina sobre el que se alza el imponente castillo del mismo nombre.
HISTORIA DE JAEN.
Jaén es una de las ciudades más antiguas de España, ya que recientemente ha sido descubierto el yacimiento neolítico de Marroquíes Bajos, en el norte de la ciudad, que data de aproximadamente 2.500 años antes de Cristo, con viviendas dispuestas en círculos concéntricos y una incipiente infraestructura hidráulica.
Prehistoria-Los Origenes.
No son muchas las noticias que tenemos en Jaén acerca de asentamientos prehistóricos. Los alrededores de la ciudad presentan diversos yacimientos de pinturas rupestres, sobre todo en el sur, donde los abrigos rocosos son más abundantes. Se tratan de figuras aisladas y esquemáticas, zoomórficas o humanas con tonos predominantes en rojo y negro, con presencia de algún azul oscuro. Este tipo de pinturas, relacionadas con el tipo levantino, presenta dificultades de datación. Los especialistas barajan su comienzo en el Neolítico medio, aproximadamente en la mitad del tercer milenio, y abarcaría hasta el primer período de la Edad del Bronce. Los principales yacimientos conocidos son los de Peñas de Castro, Cerro de la Mella, Fuente de la Peña -muy cerca de la ciudad ésta, donde se ubica la Cueva Secreta-, Cerro Veleta, Cerro del Canjorro y Cueva de los Soles, en Cerro Calar. Es posible que la crisis de subsistencia que se produjo a mediados del tercer milenio empujara hacia el Alto Guadalquivir a algunos grupos que encontraran en la Vega de Jaén valores suficientes para instalarse en una zona en la que desde muy primera hora la disponibilidad de agua en abundancia fue un factor determinante. Este punto de la Edad del Bronce conectaría estos primitivos pobladores con la cultura de Argar, que se desarrolla a lo largo del II Milenio en una extensa zona del sureste peninsular, especialmente en Murcia y Almería, pero que acabaría por extenderse al sur de Alicante, norte de Granada y sureste de Jaén y Albacete. Su modelo de poblamiento buscaba la proximidad con nacimientos y ramblas. Los asentamientos, en lugares altos, disponían de pequeñas fortificaciones y en su interior se abrían calles estrechas que permitían la circulación ente las distintas agrupaciones de casas. Sin conocer aún las conclusiones definitivas de las excavaciones realizadas desde hace una década en Marroquíes Bajos, la tipología anunciada al principio de los hallazgos parece coincidir con estos poblamientos. La cultura argárica aportó importantes cambios en la organización social, en las producciones de cerámica y de bronce, en el ritual funerario y en la explotación agropecuaria.
Practicó una agricultura basada en el regadío y en el control de los recursos hidráulicos. El mantenimiento de estas instalaciones agrícolas requirió una organización social fuerte, con una elite poderosa. Esta clase dominante adoptó las armas como símbolo de su poder y se enterró con ellas. Ejemplos de estas costumbres funerarias y próximos a alguno de los abrigos rupestres mencionados anteriormente, encontramos ejemplos de arquitectura megalítica, como el de los dólmenes de los Cañones de Otíñar, descubiertos en 1965 y cuyo ajuar pasó a manos particulares, posiblemente material argárico. Existen otros dólmenes cercanos, pero en muy mal estado y expoliados. En 1956 se descubría en Marroquíes Altos, a la espaldas de la actual Parroquia de Cristo Rey una necrópolis datada en el primer período de la Edad del Bronce. A fines del II milenio a. d. C. desaparece por paulatino agotamiento el mundo argárico y se inicia el período final de la Edad del Bronce, recibiendo la comarca numerosas influencias que llegan desde el interior. La principal vendrá desde el reino de Tartesos, en la desembocadura del Guadalquivir. En el año 1000 a. d. C., las civilizaciones avanzadas del Oriente Mediterráneo iniciaban su expansión marítimo - comercial hacia los límites del mundo conocido. En el plano de la hipótesis, es posible que en este período se localizaran, coincidiendo con el actual núcleo urbano, al menos dos grupos asentados en la zona. Uno, si acaso más reducido, asentado en la falda del cerro de Santa Catalina, cerca del manantial de la Magdalena, como demuestran los hallazgos de Caño Quebrado (1941), y un segundo tal vez más numeroso que se asentaría al final de la pendiente del monte, junto a la rambla que hoy ocupa el Paseo de la Estación, con una importante actividad agraria y que ocuparía la zona de Marroquíes Bajos.
Edad Antigua,tierra de Iberos.
Las primeras manifestaciones del mundo ibérico en la provincia datan del siglo VI a.C. Siguiendo fuentes clásicas, como Estrabón, Plinio o Ptolomeo, la provincia quedaría dividida bajo la influencia de oretanos y turdetanos, sobre la que los romanos establecerían los límites entre la Tarraconense y la Bética. Los textos de Plinio permiten albergar supuestos sobre la existencia de un tercer núcleo independiente, los mentesanos.(escultura del Cartaginès Anibal.
 En el plano siempre de la hipótesis, y siguiendo los trabajos de Arturo Ruiz, Oretania se extendería desde Mengíbar, por el norte del valle del Guadalquivir hasta Baeza, desde donde ocuparía la zona sur de los ríos Torres, Bedmar, Jandulilla y Guadiana Menor, y ocupando las sierras de Cazorla y Segura. La Bastetania debió ocupar las zonas las zonas más al sur. Ya a finales del siglo V es apreciable una organización territorial madura, que se centralizaría en Cástulo para los oretanos y en Obulco para los turdenanos. En este momento es apreciable en la zona un aumento de la población que se trasladaría a la aparición de numerosos asentamientos en la zona, más de doscientos según fuentes romanas, con una tipología constructiva que los arqueólogos han llamado oppidum: poblaciones situadas sobre una meseta, fuertemente fortificadas, de mayor tamaño que los asentamientos levantinos que implicaría una estructura social desarrollada. A su vez, en estos oppidum ya en la campiña se distinguen unos de mayor tamaño, como Obulco o Iliturgis, y otros menores en la campiña alta, entre los que se encontraría el de Puente Tablas, en las cercanías de la actual ciudad. El trabajo comunal, tal vez el uso de esclavos públicos, produjo sin duda excedentes de producción que de alguna manera revertieron en las estructuras familiares y en los propios oppidums, pero que también provocaron una estratificación social, como se demuestra en los distintos tipos de ajuares funerarios hallados, e incluso en la apropiación de parte de los excedentes de oppidum dominados que pasaban a manos de otros oppidums dominadores. Los restos arqueológicos testimonian la presencia ibérica en las proximidades del Castillo de Santa Catalina, haciendo especial referencia al interesante poblado ibérico del Puente de Tablas. Las excavaciones realizadas en este último enclave han determinado la existencia de un muro escalonada, con torres avanzadas de grandes sillares en lo que se ha dado en llamar como plaza de armas. Han sido abundantes los hallazgos de cerámica de borde quebrado y vuelto de finales del siglo V y principios del IV. El poblado no se romaniza y en él se encuentran restos asimismo de cultura tartésica y medieval.
Jaen Cartaginès.
Situada en una zona de paso, Jaén tuvo a griegos y fenicios como pobladores y, por tanto, como protagonistas de hechos históricos. Tito Livio y Estrabón dan noticias de importantes hallazgos cerámicos en esta ciudad que el primero cita como Auringi y Oringe; Polibio, como Elinga y el Concilio de Ilíberis, como Advinge, Plinio como Nijis u Oringis, para ser llamada por los romanos Flavia, luego de declararla municipio. La conquista cartaginesa del Guadalquivir comenzaría en el 237 a.C. y se prolongaría hasta el 231. Amílcar vencería a Istolatio, general celta, posiblemente al mando de tropas mercenarias al servicio de los turdetanos, y a Indortes. El hecho de que Amílcar muriera a manos de los oretanos en Cástulo, lo que explicaría el tratamiento que los cartagineses darían a los pobladores de la zona. Tras la derrota y dominación de los oretanos, sin embargo, Asdrúbal seguiría una política diplomática: se casó con la hija del caudillo de aquellos y su proclamación como General de todos los Iberos, insertándose así en la estructura sociopolítica indígena. La consecuencia inmediata de esta presencia fue la explotación de los yacimientos mineros de Sierra Morena. El Jaén cartaginés tuvo cierto protagonismo. Establecidos Asdrúbal y Aníbal en Cástulo, Vilches y el Centenillo, sería el propio Aníbal quien haría de Auringis (Jaén) una gran fortaleza que, juntamente con Mentesa Bastia (La Guardia), llegaría a tener una gran importancia estratégica, dada su situación próxima a la Vía Hércula y a otras calzadas ibéricas, caminos éstos que servían para unir a Levante con Turdetania, que hunde sus raíces en el antiguo imperio de Tartesos. A la entrada de los cartagineses fue Jaén alcázar de Asdrúbal, haciéndose entonces la ciudad grande, rica y fuerte, hasta el extremo de ser terror para los romanos.
LA ROMANIZACIÒN.
Lucio Scipión, hermano de Scipión el Africano, en duros combates, se apoderó de Jaén calificándose esta plaza como opulenta, fortísima y bien situada. Era una ciudad notable de cuyo esplendor, al hilo de la narración de Tito Livio, poco quedaría. Una vez expulsados los cartagineses, todo el territorio se integró en la estructura política, administrativa y económica de Roma. Así, el sistema esclavista se impone y se produce una progresiva sobreexplotación de los recursos tanto mineros como agrícolas, lo que tiene una decisiva influencia en la implantación del hecho urbano. Tras la reforma de 197 a.C., existirían tres tipos de ciudades: estipendarias, sometidas al pago de tributos; ciudades libres, que poseían sus propia administración aunque sin el reconocimiento de ciudadanía romana; y ciudades federadas, con iguales derechos que las anteriores, pero obligadas a contribuciones militares. Ya en época imperial, con Vespasiano, las tierras de la provincia se dividirían entre las provincias Baética y Carhaginensis, el cuyo límite justo se ubicaría Aurgi. Hacia el siglo III, el territorio que hoy ocupa la provincia estaba cruzado por varías vías. Dos únián Corduba con Cástutulo. Otra comunicaba Aurgi con Mengíbar y también con Mentesa, coincidiendo con el antiguo camino de La Guardia. Los romanos la declararon municipio con el nombre de Flavia. De esta época se conservan diversos restos arqueológicos: estelas funerarias, restos de villas con hermosos mosaicos, esculturas, baños, etc. El Acueducto del Carmen quedó definitivamente destruido en la década de los 80' del recién finalizado siglo. Podríamos considerar que sería en esta época cuando el núcleo originario de la ciudad se establecería definitivamente, siendo desde entonces el punto de expansión urbana con continuidad hasta nuestros días. Las dimensiones de la ciudad romana eran considerablemente inferiores a la árabe o a la actual. Se circunscribía a una parte del barrio de la Magdalena hasta su confluencia con el barrio de San Juan. Precisamente en la plaza de la Magdalena se cree que se ubicaba en foro. En esta época se construiría la red de alcantarillado que desalojaría las aguas fecales hacia el Caño del Agua. La irrupción del cristianimos en la provincia vendría de la mano de San Eufrasio, que crea la diócesis de Iliturgi que posteriormente pasaría a Cástulo. Ya en la etapa final, Diocleciano procedería a una nueva división territorial que provocaría que el territorio de la provincia perteneciera a dos provincias romanas: la zona occidental, que incluía Iliturgi y Tucci (Martos) quedaría en la Bética y la oriental, incluyendo Cástulo, Auringis y Mentesa en la Cartaginense.
EDAD MEDIA,EL PERIODO VISIGODO.
La entrada de los pueblos bárbaros en España se produjo en 1409. Los vándalos silinjos ocupan la Bética, quedando por ahora la Cartaginense libre. Los Visigodos irrumpirían en 415, que recorren la península eliminando a los bárbaros a cambio del trigo que les entrega el imperio y que liberarían la Bética. Cuatro años más tarde, suevos y vándalos inician un periodo de enfrentamientos y la Bética y la Cartaginense sufren saqueos y destrucción. A mediados del siglo V la presencia de los Suevos se extienden por la provincia de Jaén. Los visigodos se asentaría definitivamente en el primer tercio del siglo VI. Jaén quedaría al margen de sus asentamientos y seguiría siendo un territorio en el que predominaba la población hispanorromana, con algunas guarniciones militares, como Mentesa, en las que se concentraba la población germánica.
(La Rendiciòn de Bailen)
Durante todo este siglo, la presencia visigoda por tanto es débil y son frecuentes las rebeliones de la aristocracia romana. Leovigildo iniciaría hacia el 577 una intensa política de unificación y marcaría el fin de la romanización de nuestra provincia y la completa integración en el el estado visigodo. En la segunda mitad del mismo siglo surge la presencia bizantina, que ocuparía una franja mediterránea que llegaría justo hasta la línea del Subbético. Los visigodos a lo largo de diferentes campañas irían recuperando este territorio. En cuanto a la organización territorial, la provincia seguiría dividida tal y como se dispuso bajo el reinado de Vespasiano en Baética y Cartaginense, con metrópolis en Hispalis y Toledo respectivamente. Al frente de cada territorio estaba el dux, elegido por el rey, que administraba justicia y comandaba el ejército. Las ciudades diferían de nuestro actual concepto, ya que en su entorno existían algunas localidades dependientes con idénticos derechos. En esta época decae la ciudad frente a la creciente importancia de Mentesa (La Guardia) impulsada por la presencia bizantina y por su enorme interés estratégico sobre el valle del Guadalbullón, llegando a ser sede episcopal y una de las plazas fuertes más importantes junto al “limes bizantino”. Un dato curioso aportado por una constitución aprobada por Sisebuto en 612 es la presencia judía de cierta entidad en Aurgi. La agricultura era la base de la economía, localizándose las mejores tierras en las cuencas del alto Guadalquivir, Guadalimar y Guadalbullón, en las que el regadío permitía la existencia de huertas. La población rural de pendía de un señor, propietario de la tierra. Las tierras de secano ocupaban la mayor parte del territorio, abundando el cereal, la vid y el olivo. Ya entonces era conocido el aceite de esta zona por su calidad, existiendo familias dedicadas a su fabricación y venta. En cuanto al cereal, se transportaba a molinos de agua que se concentraban en las orillas del Guadalquivir. En cuanto a la industria, seguramente era pobre y rudimentaria, relacionada con las necesidades demandadas por la agricultura.
JAEN ISLÀMICO.
Durante cinco siglos estuvieron los árabes en Jaén. La consideraron como una gran ciudad. Le dieron walí, levantaron mezquitas, construyeron fortificaciones y palacios. Conquistada Jaén por Abdelazib, en el 713. En el siglo X sería la capital del reino moro llamado Dijaryan. Los almorávides la incorporarían a su imperio en 1.091 y los almohades la ganarían en 1.148. Con los árabes Jaén, la cora de Yayyan es una excelente tierra regada por abundante agua que fluye en forma de ríos y fuentes, poseedora de gran cantidad de cultivos, así como de una famosa industria de tapices y utensilios domésticos de madera que se exportaban por todo Al-Andalus y el Magreb. Así la describe Al-Sagundi: “Yayyan es la ciudad del Al-Andalus con la que ninguna otra ciudad puede ser comparada en abundancia de cereal, número de valientes soldados y fortaleza y solidez de sus murallas”.
 (Las Navas de tolosa)
Se señala la magnífica situación geográfica de Jaén (Kiurin, Gien o Geen, para otros) como paso obligado entre Córdoba y Toledo, y entre Córdoba y Tudmir, pues se podría afirmar que algunas de las más importantes vías del sur de Al-Andalus cruzaban la cora de Jaén o de Yayyan. Aquella Giyen o Geen, «camino de caravanas», tuvo épocas de enorme esplendor. La cora dependeía del califato cordobés, al frente de la que se encontraba un camil. Dentro de la Cora, al-Razi cita como medinas de interés a Mentesa, Úbeda y Baeza. Esta época deja una enorme marca en la configuración urbana. Aquella ciudad seguiría el modelo islámico de oriente, que se ha descrito como: “secreta, indiferenciada, sin rostro, misteriosa y recóndita, hondamente religiosa, símbolo de igualdad de los creyentes antes el Dios Supremo”. Medina Yayyan aparece plenamente configurada en el primer cuarto del siglo XI como núcleo urbano compuesto por la medina amurallada y la alcazaba. El abundante potencial de agua en la propia ciudad y en sus inmediaciones hizo que surgieran fértiles huertos y vegas circundantes para cuyo riego se construyeron albercas. La ciudad estaba formada por un nicho central o madīna, en que se hallaba la mezquita mayor, en torno a la cual se agrupaba la vida comercial y religiosa, en el mercado cerrado de productos valiosos, las alhóndigas o almacenes de mercancías, y al mismo tiempo, posadas, baños y zocos. La mezquita aljama, construida por cAbd al-Ramãn II, se alzaba en una zona desde la que se dominaba toda la ciudad, en una plaza de la que partían las calles principales, angostas y tortuosas, que se tornaban a cada paso, formadas por manzanas de casas grandes e irregulares. Al-Himyari la describiría así en el siglo XII: “la mezquita aljama de Jaén domina la villa y se sube a ella por escalones en sus cuatro frentes. Tiene cinco naves sostenidas por columnas de mármol y un gran patio rodeado de ganerías y cubiertas”. Las calles más estrechas no tenían salida generalmente, pero sí una puerta para ingreso que se cerraba por la noche al objeto de ofrecer seguridad a sus vecinos. A éstas se le denominaban adarves y aún se conservan algunos. Otras calles aparecen atravesadas por cobertizos y pasos que unían las plazas elevadas de las casas, a uno y otro lado de la calle. Las gentes se agrupaban en los arrabales y barrios por sus creencias religiosas, así como por su medio de vida u ocupación, de donde se tomaba el nombre del barrio. Este conjunto de calles se ha clasificado en cuatro tipos, distinguiéndose las vías maestras; las calles públicas, que parten de las anteriores, en las que se afincaban los artesanos y que funcionaban como maestras de los barrios; las calles de paso, conectadas con las públicas; y por fin, los callejones sin salida. Las dos vías maestras discurrían paralelas siguiendo las curvas de nivel, cruzando la falda del monte, y que confluían en la Puerta de Martos: La primera enlazaba la parte noroeste con el sector suroeste, la Puerta de Martos con la Puerta de Granada, y por tanto, unía los caminos que conducían a ambas poblaciones. Se conoce como calle Maestra Alta y se correspondería con las actuales plaza de la Magdalena y calles de Almendros Aguilar, Merced Alta y Puerta Granada. La calle Maestra Baja uniría los sectores noroeste y oeste, la Puerta de Martos con la de Santa María, y con el tiempo sería la que mayor entidad adquiriría y en la que aparecerían los edificios más destacados. Se correspondería con la plaza de la Magdalena, Santo Domingo, Martínez Molina, Maestra, Alcaicería, Mezquita Aljama y Campanas.
ESTA ESTRUCTURA URBANA SE MANTENDRÌA EN ÈPOCA MEDIEVAL Y MODERNA.
(Menora en Jaen)
Se desarrolla una tipología de vivienda unifamiliar: casas sin arreglo ni igualdad y por común oscuras, de mala distribución interior; con gradas para pasar de unas piezas a otras y los pisos desiguales. Las ventanas pequeñas con muchas rejas y celosías, aun las que miran a los patios interiores y a los corrales. La mayor parte tenían sus galerías y corredores sobre postes o columnas pequeñas, a su tradicional usanza. Las puertas de la calle tienen todavía dinteles de madera, aunque sea la fachada de piedra. Durante la larga dominación árabe se produjeron luchas entre moros y cristianos y prolongadas etapas de paz. Alfonso el Batallador cercaría Jaén entre 1.125 y 1.151, conquistándola finalmente Fernando III el Santo, en 1.246. Los moros la atacaron en 1.300, pero no consiguieron hacerse con la plaza debido a la ayuda prestada a Jaén por los Caballeros de Baeza. A lo largo de aquella etapa árabe el castillo de Jaén, que era modificado continuamente, fue escenario de grandes acontecimientos.
LA HUELLA CRISTIANA EN LA CIUDAD.
Los primeros intentos de toma de la ciudad por parte de los cristianos estuvieron a cargo de Alfonso VI, que fracasó en 1151 por la oposición de los Almohades. Alfonso VII lo intentaría en 1144 y 1148 y pondría cerco a la ciudad en 1169, todo ello bajo la dominación almorávide. Pero los mayores logros estarían a cargo de Fernando III, que en 1225 intentaría un asalto apoyado por las huestes del emir de Baeza, al-Bayyasí. Tres años después alcanzaría Otíñar. A Fernando III se le presentaba el problema de que precisaba de mayores fuerzas para lograr un ataque definitivo, tal era el grado de fortificación de Yayyan. Descartado el asalto, Fernando III optó por la estrategia del asedio y el hambre. Durante el invierno 1245 lanzaría duros ataques y arrasaría cultivos y aldeas cercanas a la ciudad, que resistió hasta la primavera de 1246. Al-Ahmar, necesitado de consolidar su nuevo reino de Granada, prefirió rendir vasallaje al rey castellano y entregó la ciudad.
Existen diversas hipótesis sobre las condiciones en las que el rey castellano toma la ciudad, pero lo cierto es que no tardaría mucho en consagra la aljama que ocupaba el lugar de la actual catedral. Jaén pasó entonces a ocupar la sede civil y eclesiástica del Alto Guadalquivir, tomando el lugar de Baeza, que lo había sido desde 1227, decisión sobre la que pesó sobre todo el enclave estratégico que ocupaba la ciudad. El reino de Jaén quedaría entonces configurado por cuatro ciudades: Jaén, Úbeda, Baeza y Andújar, y tres villas: Arjona, Santisteban del Puerto e Iznatoraf, comprendiendo unos límites bastante aproximados a la de la actual provincia. La ciudad de Alcalá la Real se incorporaría a mediados del siglo XIV. Ya en 1260 la ciudad había obtenido concesiones reales, como el título de "noble". En 1383 ya era "muy famosa, muy noble y leal ciudad" y en 1466 Enrique IV añadió el título de "guarda y descendimiento de los reinos de Castilla".
La figura de Miguel Lucas de Iranzo.
Entre 1459 y 1471 viven en Jaén Miguel Lucas de Iranzo, Condestable de Castilla. Su perfil político y de hombre de armas va a la par de su gusto por los fastos y los lujos y por sus mejoras en la ciudad. La "Crónica del Condestable", que ha llegado hasta nuestros días, refleja ese mundo y nos transmite la imagen de un perfecto caballero medieval.
El Concejo y el gobierno del Municipio.
El Concejo funcionaba como una Asamblea Ciudadana y se encargaba del gobierno de la ciudad. Jaén estaba regida por el Fuero de Toledo, mientras que otras ciudades del reino, como Baeza o Úbeda, lo eran por el de Cuenca. El primero era más restrictivo que el segundo. Los miembros del Concejo se elegían por sorteo, celebrado el día de San Juan, entre las collaciones o parroquias de la ciudad. También por sorteo se elegían alcaldes, alguaciles, pregoneros, mayordomos y alcaides del castillo.
(palacio de la Diputaciòn)
La jurisdicción medieval abarcaba además de la ciudad las aldeas, todos los términos, tierras cultivadas, dehesas y montes. A medida que avanzó la Edad Media, el gobierno municipal vio recortadas sus atribuciones en favor del poder real. Alfonso XI crearía la figura del Corregidor, el primero de los cuales tomaría posesión de su cargo en 1383 en Jaén, nombrado por el Rey. Esta figura fue aún más reforzada por los Reyes Católicos, que apoyaron en esta figura la consolidación de su poder. El número de regidores pasaría de 12 a 24, pasándose a llamar Caballeros Veinticuatros, recayendo su nombramiento en la nobleza. Jaén era ciudad con voto en Cortés, lo que hacía muy apetecible el puesto de Caballero, por sus beneficios políticos y económicos.
Una Sociedad Jerarquizda)
Como cualquier sociedad medieval, la de Jaén distaba de ser igualitaria y su jerarquizaba como una pirámide, en cuya cúspide se encontraba la nobleza, exenta de impuestos y que además disfrutaba de privilegios políticos. Los hidalgos eran nobles que detentaban una situación económica desahogada y participaban como regidores en el gobierno de la ciudad. Los Caballeros de Cuantía eran aquellos que podían permitirse mantener sus propios caballos y armas, a cambio de lo que se les permitía acceder a determinados oficios municipales. El clero ocupaba un importante papel social y económico, merced a donativos reales y particulares, pero sobre todo gracias a los diezmos. Más abajo aún en esa pirámide social se encontraba la mayoría de los jaeneros de la época, agricultores y en menor medida, comerciantes y artesanos. Pero habría que contabilizar aún a un amplio grupo de desherados que apenas sobrevivían en la miseria mendigando por las calles. En cualquier caso, en un primer momento, en el siglo XIII, la mayoría de las tierras eran de realengo, con la excepción de los territorios ocupados por las órdenes de Calatrava y de Santiago, y las posesiones del Arzobispado de Toledo en Cazorla. El proceso de señorialización de la propiedad de la tierra sería sin embargo un proceso constante que prácticamente invertiría la solución para el siglo XVI.
(Monumento de las Batallas)
ECONOMIA.La mayoría de las fuentes de la época coinciden en describir el Reino de Jaén como un territorio rico por su agricultura y ganadería. La riqueza en especial de la capital devenía de la abundancia del agua de sus manantiales. En esta época se alternaban las huertas de poyo, que producían abundantes hortalizas, con viñas y olivares, en un afán de garantizar el autoabastecimiento. Distintas disposiciones reales y municipales intentaron frenar el aumento del cultivo del cereal. Había que contar además con la producción de plantas industriales, como la grana, el cáñamo, el zumaque, utilizado para obtener tinturas, o el lino. Frente al paisaje actual, en el que el olivar ocupa la casi totalidad del territorio, en este momento era mucho más frecuente el cereal, que se acompañaba de encinares, robledales, fresnos, álamos y pinares. Esta riqueza forestal proporcionaba madera y carbón vegetal. La cabaña ganadera de Jaén, sobre todo la ovina, era el principal puntal económico, gracias a los pastos que se extendían por sus alrededores. La abundancia de moreda y plantas industriales facilitó el desarrollo de una industria textil de cierta entidad, lo que promovió la aparición de oficios de tejedores, tintoreros o bataneros. Buena parte del caudal de la Magdalena se utilizó en este momento para su uso en las tenerías dispuestas en sus cercanías. A su vez, esta pujanza industrial promovió el desarrollo del comercio con otras poblaciones del Reino y con Castilla.
. La vida cotidiana en la edad media.
A pesar del momento de prosperidad económica que se vivieron en estos años, la vida de los jiennenses distaba mucho de ser fácil, de acuerdo con las duras condiciones generales de la época a lo que habría que añadir las incursiones moriscas que desde Cambil y Granada se soportaron durante años. En 1295 los moros ponían asedio a la ciudad. En 1368, el ejército de Mohamad el Viejo, rey de Granada, aliado con D. Pedro I de Castila, en contra de D. Enrique de Trastámara, sitia Jaén, Úbeda y Baeza. Entró a saco en las dos primeras, dándose saqueo y actos sangrientos.
(Torredonjimeno)
La mezquita sufrió importantes daños, hasta el punto de que se echó abajo para construir la catedral gótica. Estos hechos suponían destrucción y hambre, además del propio peligro de las armas, para campesinos y ganaderos. Además de acostumbrarse a un modo de vida que les obligaba a estar permanentemente alerta y a contribuir a las labores de vigilancia, defensa y acciones de castigo. Tampoco las infraestructuras de la época permitían afrontar los incidentes de la naturaleza. A épocas de sequía le sucedían temporadas de copiosas lluvias y son frecuentes los desbordamientos de ríos y la destrucción de puentes que habían de mejorarse cada cierto tiempo.
La Evoluciòn urbana de la ciudad.
Con la reconquistas, Jaén fue recibiendo familias castellanas y leonesas que venían para iniciar la colonización de los nuevos territorios. Martínez de Mazas dice: "la esención de todo género de tributos que había gozado desde el rey D. Enrique II hbía llamado muchos pobladores a la ciudad, y los campos, deseosos de cultivo, producían en abundancia los frutos de que son capaces. Esto trae consigo el fomento de la industria y aplicación de las demás artes; y se sabe que en los siglos XIV y XV habían paños de todas clases y colores, y de otras telas, como bayetas, sargas, frisos y cordeletes". La ciudad medieval tenía un fuerte carácter defensivo. Se construye el nuevo castillo de Abrehuy y el recinto amurallado se amplía para acoger al barrio de San Ildefonso. Además del recinto amurallado y el alcázar, existían otros núcleos defensivos: Otíñar, Pegalajar, Torredelcampo, El Burrueco... La estructura urbana se divide en collaciones, que se distinguían por los oficios de sus moradores: en la de Santa María se afincaría la nobleza local y los hidalgos, abundando también los clérigos. En las de Santiago y San Lorenzo destacarían los aguadecimileros, batihojas, sombrereros, bordadores y oficios relacionados con el cuero y los paños.
 No fueron los judíos ajenos la prosperidad económica de la ciudad. Por eso, cuando en la segunda mitad del siglo XV se desataron persecuciones contra ellos encontraron la protección del Condestable Lucas de Iranzo. La ciudad se extendía de forma alargada por la falda del cerro del castillo, con una longitud aproximada de 1.200 metros y 400 de ancho, sin llegar a superar las 50 hectáreas. Precisamente el Condestable emprendió diversas obras que, si bien no tendrían carácter monumental, sí indicarían el carácter de un regidor preocupado por el aspectos de la ciudad. Sus intervenciones revelan su doble concepción como fortaleza y al tiempo, como lugar de habitación y esparcimiento, escenario urbano cotidiano y también adecuado para los momentos de celebraciones y fiestas.
Estas son las actuaciones de la època:
Consolidación de la muralla, fortificación de las tres fortalezas y demolición de las partes ruinosas. Conservación de la primitiva estructura, con la excepción de ligeros claros ante las iglesias utilizados como cementerio y mercado. La falta general de infraestructuras y servicios públicos es nota común. Se carece de pavimentación y alcantarillado, por lo que el aspecto de las calles es polvoriento, pedregoso y desaseado. El vecindario arroja a la calle y a los arroyos madres que surcan la ciudad con sus residuos domésticos. En 1488 se publican ordenanzas al respecto. Se allanan las calles y se eliminan los obstáculos que impiden la circulación de las caballerías. Se trasladan las carnicerías del interior de la ciudad a la Puerta Barrera. Se señala una de las vías que posteriormente se convertiría en la principal de la ciudad, la Carrera.
El siglo XVIII en Jaen.
La gravísima crisis que Jaén ha vivido durante el XVII se prolonga durante la nueva centuria. La mayoría de sus habitantes viven en la miseria y la ciudad continúa su proceso de decadencia. Prueba de ello es la pérdida de población que sufre su término, que pierde la cuarta parte de sus habitante. A finales del siglo XVII, el Cabildo de Jaén expresaba su preocupación por esta situación y se lamentaba en los siguientes términos: "el hallarse esta çiudad y su reynado tan falta de mucha jente, de tratos y de frutos".
Las causas de esta decadencia tienen que ver con la enorme presión fiscal que los Austrias habían ejercido sobre la ciudad para financiar sus campañas bélicas en Europa, sumada al abuso de la venta de jurisdicciones y oficios, lo que había mermado sensiblemente la superficie de término municipal de la ciudad. Además, las malas cosechas provocaron en el último tercio del XVII hambrunas que sirvieron de cebo a las epidemias de 1649, 1677 y 1685, que diezmaron especialmente a las poblaciones de Jaén, Martos y Jódar, y que solamente comenzarían a recuperarse en la segunda mitad del XVIII, siguiendo la tónica del resto del país. En 1785, el censo de Floridablanca estimaría en 16.249 habitantes de la capital y once años más tarde, crecería hasta 17.349, lejos aún de la población alcanzada durante el siglo XVI. Sin embargo, algunos autores modernos han señalado que las causas de esa decadencia obedecían a causas estructurales y que sus orígenes deben buscarse más atrás aún. Estas explicaciones se centran en el reparto de las tierras, que son acaparadas por nobleza y clero, una situación que provoca el empobrecimiento de los agricultores y arrendantarios. En el sistema interviene además la figura del subarriendo, una especie de intermediario entre el subarrendatario y el propietario, que queda en pocas manos y que agrava aún más la situación de los campesinos que realmente trabajan la tierra. Los grandes propietarios suelen residir fuera, en la corte, y trasladan el gasto que le supone soportar ese tren de vida a las rentas agrarias, que sufren continuos aumentos. A este panorama de crisis agraria abría que sumarle el aumento de los precios, que repercutía aún más en el deterioro de la economía campesina. Los cultivos predominantes en la época eran los propios de la triada mediterránea: cereal, vid y olivo, a los que habría que añadir algunos frutales. El sistema se estancaría debido a la falta de innovación de las técnicas de labranza, una corta rotación de los cultivos y a la escasez de regadíos, que iría haciendo perder productividad a las explotaciones y repercutiría en un progresivo empobrecimiento del suelo. Así las cosas, buena parte de los pequeños propietarios y arrendantarios perderían sus tierras y el campesinado se iría proletarizando.
La llegada de los Borbones.
Tras la Guerra de Sucesión, en la que los jiennenses habían tomado partido por Felipe de Borbón, la nueva monarquía impulsa algunos intentos reformistas que en Jaén encontraron eco en una minoría de ilustrada, formada por algunos miembros de la nobleza y el clero local. Estos intentos reformistas se encontraron con la fuerte oposición de una mayoría fuertemente conservadora, muy apegada a la tradición y reacia a los cambios. El 21 de mayo de 1786, 96 de estos ilustrados se reúnen en el Salón del Actos del ayuntamiento y fundan La Real Sociedad Económica de Amigos del País de la ciudad y reino de Jaén. En este grupo destacaba D. José Martínez de Mazas, Deán de la Catedral, que señalaría "...la merma de población, la ruina de las fábricas y talleres, el abandono de los montes, la postración de la agricultura..." como principales males de la época.
Las primeras actividades de la Sociedad fue la convocatoria de Premios para estudios que investigaran las causas de la decadencia de las fábricas de seda, curtidos y tejidos de lana. También mostraron su preocupación por la situación de las mujeres, promoviendo su educación y su capacitación profesional para la industria manufacturera, que se consideraba un sector estratégico para abandonar el estado de postración económica que se vivía. Estos esfuerzos, sin embargo, no prosperarían y la situación de deterioro económico y social de la ciudad prosiguieron con toda su crudeza. Desde la administración central se impulsaron medidas de reforma agraria, que cristalizaron en las colonizaciones de Sierra Morena. Con ello, además de poner en explotación tierras baldías, se intentaba repoblar una zona tradicionalmente infectada de bandoleros que dificultaban gravemente las comunicaciones con la Meseta. Como parte del proyecto, se creo la Intendencia de las Nuevas Poblaciones, independiente del resto del Reino de Jaén, que fijó su sede en La Carolina. Con estas medidas llegaron colonos procedentes del centros de Europa, y de gallegos, valencianos y catalanes. Las nuevas poblaciones surgidas de este proyecto serían Guarromán, Carboneros, Santa Elena, Navas de Tolosa, etc., pueblos que se trazaron de acuerdo con un concepto racionalista, que se expresaba en una trama ortogonal diseñada en torno a una plaza central en la que se situaba el edificio del ayuntamiento y la iglesia. Este proyecto, sin embargo, no afectó a la estructura agraria del resto del Reino, que siguió fuertemente marcada por el absentismo y apoyada en una creciente masa de jornaleros. También como una experiencia que no afectó al resto de la economía del Reino, es destacable el incremento de la demanda maderera que se vive, al hilo de la construcción de la Fábrica de Tabacos de Sevilla y de la modernización de la flota marítima de guerra. Orcera acogería en 1748 la sede de la Provincia Marítima, una circunscripción que agruparía a pueblos de Jaén y de Albacete, Granada y Murcia. Durante cuarenta años, estas sierras se explotarían sistemáticamente, sin una apropiada racionalización, lo que provocaría graves problemas de deforestación. Se calcula que este período se talarían unos cien millones de pinos, muchos de los cuales quedarían abandonados en el monte, sin que nadie los aprovechara. La demanda local era tan pobre que la artesanía y la industria languidecían. La actividad comercial era muy baja. Se producían tan sólo algunos productos de primera necesidad para satisfacer necesidades domésticas. La producción de seda, que nunca dejó su carácter preindustrial, tuvo cierta importancia. El hilado se producía en el ámbito familiar, logrando unas calidades mediocres, pero que se beneficiaría de las exenciones a los gremios de Arte Mayor y Menor decretadas entre 1731 y 1751. Algunos talleres de la época sería la Casa Fábrica, La Constancia o El Hospicio. Estos talleres pronto tendrían que competir con las importaciones, que lograban mejores precios y mayor calidad. Las infraestructuras eran escasas y malas. Jaén, así, se convirtió en un centro de influencia económica comarcal. Por último, destacaremos una cierta recuperación de las explotaciones mineras de Sierra Morena.
Fuente:Jaen
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Monumentos.
Arco de San Lorenzo, Baños Árabes, Capilla de San Andrés, Castillo de Santa Catalina, Catedral, Convento de Nuestra Señora de la Merced, Convento de Santa Clara, Convento de Santa Úrsula, Convento de Santo Domingo, Iglesia de la Magdalena, Iglesia de San Bartolomé, Iglesia de San Idelfonso, Iglesia de San Juan, Monasterio de Santa Teresa, Murallas, Museo Internacional de Arte Naïf, Museo Provincial de Bellas Artes de Jaén, Palacio de los Covaleda Nicuesa, Palacio de los Vélez, Palacio de los Vilches, Palacio del Condestable Iranzo.
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Fiestas.
Corpus, Feria de la Divina Pastora, Feria de San Lucas, Romería del Cristo de Charcales, San Antón, Santa Catalina, Semana Santa, Virgen de la Capilla.
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Economia.
Es el centro olivarero más importante del país. Sólo al entrar en la ciudad, y si se reconoce el olor a aceite puro de oliva, se puede confirmar este hecho. Además es un destacado mercado cerealista. El denominado Plan Jaén, del año 1953, impulsó el desarrollo de diversas industrias, como el refinado de aceites, elaboración de harinas y galletas, productos lácteos, embutidos, materiales para la construcción, papeles, etc., sin embargo, ninguna de ellas ha podido relegar de su lugar predominante a las actividades primarias o del sector terciario, especialmente el comercio.
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Cocina.
Jaén es la mayor productora de aceite de oliva de España. Famoso en la península desde la época de los romanos, es la grasa vegetal más apreciada en la gastronomía, un ingrediente que, desde la antigüedad, ha sido elemento indispensable en la cocina jiennense. Entre las peculiaridades culinarias de Jaen, hay que destacar las verduras y hortalizas, presentes en infinidad de platos al ser la huerta un elemento común a toda la región. Con el tomate, cebolla, pepino, pan y en algunos casos manzana se prepara el gazpacho; y también una buena pipirrana. La huerta jiennense proporciona berenjenas, guisantes, lechugas, habas, espárragos trigueros... que a la plancha y con unas gotas de aceite conforman un excelente asadillo jiennense. La alboronía o almoronía (berenjenas asadas con patatas, tomate, pimiento y habas secas), son un plato de honda raíz árabe. Con las setas de cardo, se realizan excelentes sopas, que forman parte de la cocina de cuchara de Jaén. Hay que destacar también los potajes de acelgas y espinacas, las judías con perdiz, el cocido, las migas, el ajoharina, las judías palmeras y el potaje carmelitano.
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Recetas.
Ajilimójili, Ajo de la mano, Alfajores, Andrajos, Cabrito asado, Caldo para salsa, Codornices Escabechadas, Paté de Aceitunas, Perdices Escabechadas, Pipirrana, Puré de judías, Sopa buena, Sopa de Perdiz. Enciclopedia Universal DVD ©Micronet S.A. 1995-2006.
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Personajes cèlebres.
Alcalá Venceslada, Antonio
Alcázar (del), Baltasar
Al-Hamar
Almagro López, Juan
Almendros Aguilar, Antonio
Álvarez, Rafael, "El Brujo"
Ángeles Ortiz, Manuel
Anguita Sánchez, Virgilio
Arche Hermosa, Felipe
Arregui Ergüí, Ángel María
Arroyo López, Emilio
Barberán Barberán, Cecilio
Berges Martínez, Luis
Berges Roldán, Luis
Biedma (de) Lamoneda, Patrocinio
Biedma (de), Nicolás
Caballero Venzalá, Manuel
Calahorro Téllez, Fernando
Calvache de Martínez, Teodoro
Castro (de), Juan
Calatayud Sierra, Ramón
Cazabán Laguna, Alfredo
Cebrián Ruiz, Emilio
Cerezo Moreno, Francisco
Claver, Eduardo
Contreras Rodríguez, Mª del Pilar
Cortés Zarrías, Gaspar
Costa, Joaquín
Cruz Rueda, Ángel
Escabias Muñoz, Manuel
Eslava Galán, Juan
Espantaleón Molina, Ramón
Fe Jiménez, Inocente
Fernández de Moya y Sicilia, Fausto
Fernández Ramos, Luis
Fernández Torres, Alfonso
Flores de Lemus, Antonio
García Anguita, Antonio
García de la Puente, Juan Manuel
García de Vargas, Ricardo
García Lomas Hernández, José Luis
García López, Ricardo ("K-Hito")
García Maroto, Eduardo
García Morente, Manuel
García Requena, Ricardo
García Rodríguez-Acosta, Antonio
Gómez Damas, Miguel
González López, Luis
Gutiérrez Higueras, Juan Pedro
Hidalgo de Caviedes, Rafael
Higueras Cátedra, Jacinto
Higueras Fuentes, Jacinto
Jiménez Manjón, Antonio
Jurado Morales, José
Laínez Alcalá, Rafael
Lamoneda (de) Fernández, Ramón
Lara Gavilán, Antonio (Tono)
López Carrascosa, Rosario
López Carvajal, Cristóbal
López Carvajal, Cristóbal                   López García, Bernardo
Lucas de Iranzo, Miguel
Martínez de Mazas
Martínez, Rafael
Martínez Molina, Rafael
Martínez Montañés, Juan
Martínez Ramos, Basilio
Martínez de Velasco, Félix
Mata (de) Carriazo Arroquia, Juan
Méndez Rodríguez, Cándido
Merino, Esteban Gabriel
Millán López, Manuel
Molina, Fray Manuel
Monescillo (de), Antolín
Montuno Morente, Vicente
Morales Robles, José
Mozas Mesa, Manuel
Muñoz-Cobo Arredondo, Diego
Muñoz Garnica, Manuel
Muñoz Molina, Antonio
Nogales Martínez, Cándido
Nogué Massó, José
Ortega García,Antonio
Ortega Nieto, Juan Miguel
Ortega Sagrista, Rafael
Oya Rodríguez, Vicente
Palma García, Fermín
Palomino Kayser, Carmelo
Pancorvo, Francisco
Parras Guijosa, Luis
Paz Gómez Rodríguez (de la), Mariano
Piedra Guardia, Antonio
Porlán, Rafael
Prado y Palacios, José
Puche Rodríguez-Acosta, Gabino
Rodríguez de la Torre, Pedro
Romero Maroto, Antonio
Ruiz Jiménez, Joaquín
Ruiz Pulido, Cristóbal
Ruiz Rico, Juan
Ruiz Rodríguez, Arturo
Sáenz de Tejada y Orti, Cristina ("Gracián Quijano")
Sagaz Zubelzu, Luis
Sánchez Molina, José ("Manolé")
Santa-Bárbara de Sicilia, Consuelo
Santamarina, Clemente
Sarmiento de Mendoza, Antonio
Segovia Morón, Josefa
Segovia Torres, Andrés
Serrano Gámez, Ildefonso
Solís Ruiz, Domingo
Soriano, Bernabé
Suárez de la Fuente del Sauce, Alonso
Tamayo Serrano, José María
Torres Laguna, Carlos
Torres (de) Ortega, José
Torres Rodríguez de Gálvez, Dolores (Lola Torres)
Vega (de la) Gutiérrez, José
Ximénez Patón, Bartolomé
Yahya Benalháquem el Becrí, Algazal
Yanguas Messía, José
Zabaleta Fuentes, Rafael
Zarrías Arévalo, Gaspar

 
PUEBLOS
 ALbanchez De Magina
 Alcala La Real
 Alcaudete
 Aldeahermosa
 Aldeaquemada
 Andujar
 Arbuniel
 Arjona
 Arjonilla
 Arquillos
 Arroturas
 Arroyo Del Ojanco
 Aulabar
 Baeza
 Bailen
 Baños De La Encina
 Batanejo
 Beas De Segura
 Bedmar
 Begijar
 Belerda
 Belmez
 Belmez De La Moraleda
 Benatae
 Bobadilla
 Bonache
 Burunchel
 Cabra Del Santo Cristo
 Cabrita
 Cambil
 Campillo De Arenas
 Campillo Del Rio
 Camporredondo
 Cañada Catena
 Cañada Del Señor
 Cañada Morales
 Canena
 Carboneros
 Carchel
 Carchelejo
 Casas De Carrasco
 Casas De Estepa
 Caserias
 Casicas Del Rio Segura
 Casillas De Mures
 Castellar
 Castillo De Locubin
 Catena Alto
 Cazalilla
 Cazorla
 Ceal
 Cequia
 Charilla
 Chiclana De Segura
 Chilluevar
 Chozas
 Cortijo Nuevo
 Cortijos Nuevos
 Cortijuelo
 Coto-Rios
 Cuenca
 Cuevas De Ambrosio
 Don Domingo
 Don Marcos
 Don Pedro
 Donadio
 El Acebuchar
 El Artuñedo
 El Batan
 El Campillo
 El Centenillo
 El Cerezo
 El Marmol
 El Molar
 El Ojuelo
 El Parralejo
 El Parrizoso
 El Patronato
 El Porrosillo
 El Puerto
 El Reguelo
 El Robledo
 El Tamaral
 El Tranco
 Ermita Nueva
 Escañuela
 Espeluy
 Fontanar
 Frailes
 Fuensanta De Martos
 Fuente Alamo
 Fuente Del Rey
 Fuente Segura
 Fuerte Del Rey
 Garciez
 Genave
 Guadalen
 Guadalimar
 Guarroman
 Gutar
 Herrera
 Higuera De Calatrava
 Hinojares
 Hornos (Peal De Becerro)
 Hornos (Hornos)
 Hortichuela
 Hoya Del Salobral
 Huelma
 Huerta Del Manco
 Huesa
 Ibros
 Iznatoraf
 Jabalcuz
 Jabalquinto
 Jaen
 Jamilena
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 La Agracea
 La Alberquilla
 La Ballestera
 La Caleruela
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 La Cruz
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 La Iruela
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 La Quinteria
 La Rabita
 La Ropera
 La Toba
 La Yedra
 Lahiguera
 Larva
 Las Casillas
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 Las Escuelas
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 Las Gorgollitas
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 Llanos Del Sotillo
 Lopera
 Los Almansas
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 Los Llanos
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 Los Villares (Andújar)
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 Orcera
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CURIOSIDADES DE JAÉN
El Lagarto de la Magdalena

Tanto la capital como los pueblos de la provincia, cuentan en su acervo cultural con muchas tradiciones y leyendas, que se han ido forjando a lo largo de los siglos.

Una de las más curiosas, y de las mejor estudiadas, es la de "EL LAGARTO DE LA MAGDALENA", o según decimos en Jaén "El lagarto de la Malena". Esta leyenda ha dejado un dicho, antes muy popular entre las personas mayores, cuando querían proferir una especie de maldición contra alguien que los tenía hasta el "moño": "¡ASÍ REVIENTES COMO EL LAGARTO DE LA MALENA!", expresión que hace alusión al fin que tuvo el monstruo.

Esta leyenda, tan típica de Jaén, junto a la del Santo Rostro y a la de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, son el tríptico más conocido y popularizado del acervo de leyendas jaeneras.

Como todas las leyendas, también esta tiene varias versiones según las modificaciones que ha sufrido a lo largo del tiempo. Todas hacen alusión al mismo hecho, un enorme monstruo, sierpe o lagarto, vivía en una cueva existente en un manantial que había intramuros de la ciudad y que se comía a cualquier persona o animal que se acercara a beber. La diferencia fundamental entre las tres está en el "matador" que realiza la hazaña de eliminar al "peligro público".

En el venero que hay frente a la iglesia de la Magdalena vivía un lagarto muy grande que se comía a cualquier persona o animal que se acercara a por agua o a beber, y ya no había quien saliera de sus casas en el barrio de la Magdalena, ni para trabajar, de lo asustadas que estaban las personas.

Un pastor pensó en una forma de acabar con el monstruo, desoyó un cordero, cosió la piel por todos lados menos por los extremos y la rellenó de yesca. Luego ensangrentó la piel para que pareciera un cordero muerto. Colocó la piel del cordero rellena de yesca a la entrada de la cueva, prendió fuego a la yesca y dando un silbo se apartó.

Salió el lagarto y engulló el cordero simulado, la yesca le abrasó las entrañas y le hizo reventar. Con ello cesó el peligro y se celebró la memoria del industrioso pastor. En tiempos remotos apareció en el manantial de la Magdalena una enorme sierpe o lagarto que se alimentaba de cualquier animal o persona que se acercara a beber.

Cierto caballero se ofreció a librar a la población de la amenaza que suponía la existencia de dicho monstruo. Aceptado su ofrecimiento por las autoridades de la ciudad, se revistió de espejos y armado con una lanza se acercó al manantial.

Con grandes voces llamó la atención del lagarto para que saliera de su madriguera. Al salir el monstruo, cegado por los reflejos de los espejos, quedó por un momento confuso e indeciso, circunstancia que aprovechó el caballero para darle muerte con la lanza que portaba. En el manantial que hay cerca de la iglesia de la Magdalena, había en tiempos remotos, un gran lagarto que se comía a todo el que se atrevía a acercarse a beber.

Había en la cárcel un preso, condenado a muerte que se ofreció voluntario para matar al lagarto si le perdonaban la vida. Cuando las autoridades aceptaron su ofrecimiento, pidió un caballo, una lanza y un saco con pólvora. De noche se colocó enfrente de la cueva donde vivía el lagarto con un costal (saco) lleno de panes calientes. Cuando le dio el olor al lagarto, salió de la cueva y en cuanto vio al preso se lanzó hacia él, pero este salió corriendo mientras le iba echando panes al lagarto por las calles de Jaén hasta que, al llegar a la plaza de San Ildefonso, cambia los panes por el saco de pólvora pinchado en la lanza, el monstruo se lo tragó y reventó.

El albañil emparedador

Esta leyenda se refiere a un albañil en paro que fue contratado, ya caída la tarde, en la Plaza Vieja, (Actual Plaza de S. Francisco, en la que se encuentra la Diputación Provincial) donde en los siglos XIX y XX se concentraban a diario, los jornaleros y trabajadores en paro, al cobijo de los soportales de Correos y de las viejas carnicerías.

Al albañil en cuestión le vendaron los ojos y antes de llegar al lugar en el que debería realizar el arreglo, le hicieron callejear para despistarle y que no reconociera el lugar a donde lo llevaban. Cuando al fin se puso manos a la obra, su susto fue mayúsculo al encontrarse con que tenía que levantar una pared para tapar un hueco en el que se encontraba un cadáver, mientras tañían las campanas de una iglesia próxima.
ESCUDO DE JAÉN







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