miércoles, 23 de octubre de 2013

Carmona

Carmona y sus alrededores forman uno de los conjuntos arqueológicos más interesantes de toda Andalucía y , según cuenta la leyenda, sus orígenes se remontan a Tubal, uno de los nietos de Noé. Situada en una cima amesetada -llamada Los Alcores- en la provincia de Sevilla, ha sido núcleo de población ininterrumpido desde la remota Prehistoria por las fértiles tierras del Valle del Guadalquivir que se encuentran a sus pies. De ahí, que se caracterice por una riqueza arqueológica difícil de hallar en otros lugares. Pequeños hallazgos de cerámica han establecido una ocupación en la zona durante la Edad de Bronce. Carmona tuvo gran importancia durante el poder cartaginés por el control del Valle del Guadalquivir que se podía realizar desde su asentamiento. En el año 206 a. de C., el general romano Escipión el Africano se hace con la ciudad y pasa a ser tributaria de Roma, incluso se acuñó una moneda con el nombre de Carmo. La Via Augusta discurre por el escarpe carmonense entre arroyosCon el dominio romano, alcanzó su máximo esplendor y sus huellas se pueden comprobar en los restos arqueológicos del anfiteatro, la Puerta de Sevilla o el recinto funerario. Durante la época musulmana, se caracterizó por una importante comunidad árabe y formó parte del reino de Sevilla. En el año 1247, el rey Fernando III de Castilla toma la ciudad. Los restos romanos están formados por la necrópolis y el anfiteatro. Las primeras tumbas de la necrópolis aparecieron en 1868 de forma casual con unas obras municipales que se estaban realizando en el lugar. A partir de ese momento, se iniciaron las excavaciones arqueológicas de la mano de Juan Fernández López y del arqueólogo inglés George Bonsor a finales del siglo XIX. El recorrido puede iniciarse por la Puerta de Sevilla, que se encuentra fuera de la necrópolis romana.

 La Necrópolis de Carmona es uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de AndalucíaLa Puerta de Sevilla es de origen cartaginés y se podría datar entre los años 240 y 220 a. de C. Está formada por un alcázar, con su torre y sus murallas. El anfiteatro romano también se ubica fuera de la necrópolis y se construyó con la peculiaridad de emplear la piedra para el soporte de los asientos que eran de madera, más tarde fue reconstruido totalmente en piedra. A continuación, podemos visitar la necrópolis que se sitúa entre el anfiteatro y una vía romana, paralela a la carretera actual que deja Carmona en dirección a Sevilla capital. El uso de la necrópolis se sitúa en torno a los siglos I y II d. de C. Está formada por doce monumentos funerarios importantes y otros menores. Se empleaba el rito de la incineración en todos los enterramientos y los cadáveres eran incinerados en quemaderos excavados en roca. A continuación, se hacía en enterramiento. A veces, los quemaderos se empleaban como enterramiento; en otras, las cenizas de los difuntos se introducían en pequeñas urnas ubicadas en nichos de los mausoleos colectivos, que eran los enterramientos más generalizados en esta necrópolis. LAS TUMBAS DE SERVILIA Y DEL ELEFANTE Vista de la tumba de ServiliaDentro del recinto, existen una serie de tumbas que destacan por su grado de conservación y espectacularidad. Entre ellas, se puede mencionar la Tumba del Elefante. Toma este nombre por la figura de elefante que se halló en el pozo de la tumba y que, actualmente, está colocada sobre un pedestal. Tumba de las GuirnaldasEsta tumba es un santuario dedicado al culto de las dioses Attis y Cibeles. Se encuentra apartada de las demás tumbas porque la veneración a estas divinidades no estaba muy extendida por los determinadas clases sociales romanas, como los políticos. La tumba de Servilia destaca por su estructura. Está construida con los cánones helenísticos y reproduce una mansión lujosa con dos pisos. Se cree que pudo haber una estatua de Servilia en una galería ubicada en uno de los pisos. Otras tumbas que merecen ser destacadas son la Tumba de los Cuatro Departamentos, llamada así por sus cuatro cámaras o la Tumba del Triclinium del Olivo. El Triclinium era una estancia que hacía la función de comedor y respondía a la tradición romana de reunirse para celebrar los aniversarios de sus difuntos en torno a una comida que se realizaba en la tumba.

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